jueves, 10 de junio de 2021

EL MÉDANO BLANCO

 


    En el distrito de Sechura, en el desierto, a unos veinte kilómetros de la población, se encuentra un inmenso médano, que por la blancura de sus arenas le llaman médano Blanco. Este es muy alto, nadie puede subirlo, porque dicen que está “encantado”. Está rodeado de forraje y cuentan los pastores que habitan por allí, que siempre oían tocar un tamborcito pero que nunca llegó a ser descubierto quién lo tocaba. En el centro del médano, hay corales y cosas de oro, por eso la gente quería subir; y apenas habrían subido cinco a seis metros, comenzaban a hundirse; y como tenían miedo, no continuaban. Se cuenta que dos señores, yendo por esos lugares, se perdieron del camino. Cuando se dieron cuenta de que estaban perdidos, ya habían caminado bastante; tenían sed y no encontraron dónde tomar agua.

Caminaron más y más, buscando cómo orientarse. De pronto, vieron un río, se alegraron y se dirigieron hacia él. Cuando llegaron hicieron beber a sus caballos. Ellos llevaban dos depósitos y también los llenaron de agua. Creían que era el río de Batán, que pasa cerca de Sechura; pero como estaban cansados, se quedaron a descansar y se durmieron. Cuando despertaron, cuál sería su sorpresa al ver que el río era un médano; los depósitos que llenaron de agua estaban llenos de arena. Estaban encantados; este médano era el famoso médano Blanco, y no sabían cómo llegaron a él.

Dicen que en época de Semana Santa aparecen varios de esos llamados “encantos”, cerca del médano; también dicen que aparece un patito; y creen que este fue una persona que por curiosa subió al médano y se quedó encantada. Algunas veces el patito aparece en los ríos, transformado en patito de oro, y cuando encuentra alguna persona buena, sale a hablarle, diciéndole que en tal o cual lugar hay un tesoro reservado para ella.

Médano: acumulación de arena como en media luna y empuja el viento en la costa o en el desierto.

LA LEYENDA DE LA BELLA DURMIENTE

 


Escrito por: Jorge Washington

    

     Al mirar el horizonte de la bella ciudad de Tingo María (Perú), vemos el perfil de una hermosa mujer echada de espaldas que mira el cielo y está cubierta de un manto verde: es la montaña de la bella durmiente, símbolo natural de Tingo María. La leyenda, transmitida de generación en generación, la identifica como la Princesa Nunash (princesa de la selva). Se habla también de un joven llamado Cuynac (jefe de la tribu) que atravesando la selva de los huánucos (tribu indígena) se enamoró de la princesa Nunash.


Los dos llegaron a amarse tanto que él levantó un palacete en un lugar cercano al poblado de los Pachas, al que le puso el nombre de Nunash en honor de su amada. Vivieron tiempos felices rodeados de sus vasallos, pero su felicidad quedó truncada cuando fueron atacados por el padre de la princesa, llamado Amaru, convertido en un monstruo en forma de culebra. Cuynac, valiéndose de su hechicería, convirtió a Nunash en mariposa y él mismo se transformó en piedra. Ella, en su nuevo estado de mariposa, voló hacia la selva y retornó con ayuda para combatir al monstruo Amaru.


Los enemigos fueron vencidos. Cuynac entonces trató de recuperar su forma humana sin conseguirlo. Nunash sí pudo volver a su forma primitiva y buscó inútilmente a Cuynac. Cansada, se sentó cerca de la piedra en la que Cuynac se había convertido y se quedó dormida. Mientras dormía escuchó en sus sueños la voz de su amado que decía: “Amada, no me busques, mi voluntad fue pedir a los dioses que me convirtieran en piedra y mi pedido fue complacido. Ahora soy solo una piedra destinada a permanecer en este estado toda mi vida. Si tú en realidad me has querido y me sigues queriendo, deseo que permanezcas a mi lado toda mi vida, sobre este cerro, y que en las noches de luna aparezcas ante la mirada de la gente como una mujer que duerme”. Nunash, siempre en sueños, aceptó la propuesta de su amado y quedó convertida en piedra, la que hoy es la figura de la bella durmiente.

martes, 13 de noviembre de 2018

El Urcututo




Los mitos y leyendas de la Amazonía forman parte de la cultura de los habitantes de aquel lugar, los cuales se trasmiten de generación en generación de modo espontáneo ya que se trata de una forma de apreciar, conocer el mundo, la vida y el ser humano.


A pesar de la llegada del cristianismo a tierras casi inaccesibles como lo es la Selva peruana, muchas de sus creencias aún mantienen su originalidad y persisten en el tiempo.

¿Quién no ha oído o leído algo sobre la Yacumama, el Bufeo colorado, el Ayayaymama, el Tunche o la Runamula?
Cada tribu de esta población que la habita tiene sus propias leyendas. En esta ocasión el Urcututo proviene de Iquitos, una ciudad asentada en medio de la llanura, al borde del río Amazonas y al cual se puede llegar solo por vía aérea...

A continuación su historia:



viernes, 9 de noviembre de 2018

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